En los años que llevo trabajando con niños en consulta, es muy curioso cómo se soluciona todo muy rápido con ellos, siempre que el progenitor esté también por la labor de hacer su propio trabajo personal. En la unidad familiar nos encontramos con que cada uno de los miembros asume un roll y parece que todos los demás se adaptan a eso como que es algo inamovible; pero no es así.
Los niños generalmente llegan a la consulta de Coaching para niños y adolescentes y te cuentan su punto de vista de lo que les preocupa, que puede ser una discusión con un amigo, que le hagan bulling (acoso escolar) en el colegio, que le cuesta comprender una asignatura, a veces se sienten sobrecargados de deberes y actividades extraescolares, y otras veces tienen dificultad para comunicarse e integrarse. Los padres se dan cuenta de esto o el hijo se lo cuenta y entonces acuden a un profesional.
Algo que generalmente observo en la consulta de Coaching para niños y adolescentes es que tenemos la tendencia a decir y explicar cómo es el niño y qué problemas tiene, calificarlo, explicar lo que hace mal, y definir qué es lo que debería hacer, es decir, poner etiquetas y muchas veces se hace delante de los niños.
Los niños esto lo integran como propio y más cuando lo dicen los padres, ya que, si su padre lo dice, será verdad. Así que asumen esas etiquetas y creen que ellos son así, negándoseles posibilidades de mejora y cambio en su comportamiento. Y así es, esto se convierte en verdad, porque el niño o niña lo que quiere es pertenecer a este grupo suyo llamado familia y sobre todo obtener su aprobación.
No estoy diciendo aquí que no deban existir normas en la educación, todo lo contrario, el niño debería saber cuáles son los límites, qué se espera de él, como p ej que estudie y como con eso están aportando cosas a la familia también. De esta forma en la formación de Coaching Terapéutico enseño al terapeuta cómo hacer al niño en las sesiones a ser partícipe de la familia y con sus propias obligaciones. Y también que cualquier etiqueta o evaluación que hagamos sobre el crío va a repercutir y muchas veces perjudicar su desarrollo personal. Así que en la formación se aprende cómo manejar todos estos aspectos una vez en consulta.
Aprendes que en el Coaching para niños lo que impera es el deshacer etiquetas y trabajar con la experiencia en sí del joven. Se toma en cuenta tanto el punto de vista del niño como de los padres y se interviene haciendo cambios en ambos lados, para que sea efectivo el proceso de cambio.
Las técnicas que se enseñan en la formación de Coaching Terapéutico son múltiples y con las prácticas aprendes a combinar y recombinar unas con otras para que sean efectivas tanto para los niños como para los padres.
Los resultados de esta manera son espectaculares y satisfactorios para ambas partes, ya que un Coaching para niños y adolescentes sin la ayuda y participación de los progenitores sería incompleto.
Una de las máximas de la formación de Coaching terapéutico es que: la familia es un grupo y debería funcionar como un todo en una misma dirección: la de crecer y desarrollarse como grupo.