La comunicación sin lugar a dudas es la base de las relaciones humanas. Sea verbal o no, la comunicación nos permite conocer al otro y muchas veces conocernos a nosotros mismos a través del otro, convirtiéndose en un aspecto imprescindible del ser humano esto que llamamos comunicación.
Ahora bien, existen diferentes formas de comunicarse y cada una de ellas define un carácter, unas ideas y una forma de pensar y vivir completamente diferente. Por tanto, estamos inmersos en un mar de opiniones cruzadas, pensamientos muy diferentes a los nuestros y confusiones y malentendidos en cuanto a la comunicación se refiere.
Vamos a explicar esto más detenidamente:
La comunicación se define básicamente como la transmisión de una partícula desde un punto emisor a un punto receptor. Esta partícula tiene que tener intención, atención y duplicación. Intención en que se reciba la comunicación, atención del receptor que la recibe y duplicación del receptor, que quiere decir que ha comprendido completamente lo que se ha querido decir.
Si no existe alguno de estos puntos en una comunicación, podríamos decir que se viola la fórmula de la comunicación, de modo que no se consideraría comunicación en sí. Por ejemplo, supongamos que yo le digo a Juan que su casa está limpia. Juan no pone atención en ese momento y entiende que su casa no está limpia. Esto sería un ejemplo de no atención y no duplicación.
Imaginemos que Juan me dice que le han dicho que su vecino debe estar haciendo algo extraño por las noches, y Juan añade: “creo que se droga”. Juan está añadiendo algo a la comunicación que no estaba ahí en primer lugar, es decir, que está alterando la transmisión de la comunicación, con lo que yo interpreto y creo otra cosa diferente a lo que le han dicho a Juan.
Vamos a suponer que Juan viene a consulta porque le preocupa su trabajo, cree que no es capaz de rendir lo suficiente y dice que se siente poco capaz y que no se siente profesional, que su jefe le ha dicho que deja mucho que desear su trabajo y que o se “pone las pilas” o no le va a renovar el contrato.
Aquí estamos ante una persona que ha recibido evaluaciones en su trabajo y que las ha creído, incluso él habla de sí mismo así, comunicándose a sí mismo que es incapaz. En este momento analizamos la comunicación que él ha recibido de su jefe y la comunicación que él se está dando a sí mismo y observamos que hay una tergiversación del mensaje que le ha dado su jefe. Su jefe le ha dicho que se esfuerce y que haga un mejor trabajo, pero no le ha dicho que es un incapaz, cosa que Juan no para de repetírselo a sí mismo en todo momento.
Una comunicación que haga que la persona se sienta menos capaz, que invalide su persona, haciéndole notar sus fallos, que sugiera sutilmente lo que una persona debería hacer o pensar o que impida a alguien alcanzar lo que quiere o desarrollarse, no se considera una comunicación óptima sino todo lo contrario. Podríamos decir que esto no es comunicación, es una comunicación aberrante (que se aparta de lo normal) o invalidante.
La comunicación en consulta debería ser limpia, trasparente y libre de prejuicios y evaluaciones, si esto no es así no nos estamos comunicando adecuadamente para poder ayudar. Deberíamos poder discernir entre una comunicación clara, limpia, sin dobles sentidos o evaluaciones y una comunicación aberrante, que es lo que aparta a la persona de la comprensión de sí misma y de sus semejantes. En consulta es muy importante tener en cuenta este y otros aspectos de la comunicación, ya que hace la diferencia entre poder entender y ayudar a la persona, o llevarla a confusión y a la adopción de nuevas creencias de sí misma poco útiles.